La mujer
Las romanas permanecían poco tiempo en estado de mocedad; tan pronto como dejaban de ser niñas, se prometían y se casaban. (...) Una vez dentro de su casa, la mujer ocupaba una posición extraordinariamente independiente. El antiguo derecho romano de familia, que otorgaba al señor de la casa poderes ilimitados sobre todos los miembros de ella, se había ido relajando a lo largo de los siglos hasta disolverse por completo, y la emancipación de la mujer veíase coronada por la ley que les concedía el derecho de propiedad sobre los bienes aportados por ellas al matrimonio.
L. Friedländer, La sociedad romana.